VISTO el expediente n° 82/2023 iniciado por el Departamento Ejecutivo mediante expediente 1379/2023, quien eleva proyecto de Ordenanza referente a imponer el nombre “Plaza de la Democracia”, al espacio público rodeado por el Centro Administrativo Municipal;
que, desde 1983 Argentina comenzó un nuevo ciclo político, cumpliéndose en este año, 40 años ininterrumpidos de Democracia; y
que, desde el regreso de la democracia a la vida institucional hemos visto el valor que contiene esta palabra para las personas en general y para el pueblo argentino en particular;
que, la palabra democracia proviene de las palabras griegas “demos”, es decir, las personas, y “kratos” que significa poder; por lo que la democracia puede ser definida como “el poder del pueblo”: una forma de gobernar que depende de la voluntad del pueblo;
que, Norbert Lechner sostiene que una cultura democrática es el resultado de un proceso histórico que requiere de un tiempo para que se desarrollen costumbres y creencias en las que pueda apoyarse la construcción institucional de la democracia. La legitimidad de las instituciones democráticas supone la maduración de una cultura cívica que, a su vez, se apoya en el funcionamiento eficiente y duradero de las instituciones;
que, esta forma de gobierno se vio violentada en varios momentos de nuestra historia como país, hasta el 30 de octubre de 1.983 que tuvieron lugar las “elecciones fundacionales” y así se abrió paso a una nueva etapa en la vida democrática. El resultado de los comicios confirmó la continuidad del sistema bipartidista radical-justicialista que rigió la vida política argentina desde la segunda mitad del siglo XX, con la presencia de dos fuerzas menores: el Partido Intransigente y la Unión del Centro Democrático (U.C.D.);
que, el triunfo electoral del radicalismo con la fórmula Raúl Alfonsín-Víctor Martínez, que obtuvo casi el 52% de los votos, planteó la posibilidad de una vuelta de página en la historia política argentina y el inicio de un nuevo liderazgo social. El nuevo Presidente asumió el 10 de diciembre de 1983 y convocó a la población a una concentración en la Plaza de Mayo;
que, en el discurso realizado por el Dr. Raúl Alfonsín el día que asumió la presidencia, expresó: “(…) Ayer pudo existir un país desesperanzado, lúgubre y descreído: hoy convocamos a los argentinos, no solamente en nombre de la legitimidad de origen del gobierno democrático, sino también del sentimiento ético que sostiene a esa legitimidad. Que ese sentimiento ético constituye uno de los más nobles movimientos del alma. Aún el objetivo de construir la unión nacional debe ser cabalmente interpretado a través de la ética. Que ese sentimiento ético, que acompañó a la lucha de millones de argentinos que combatieron por la libertad y la justicia, quiere decir, también, que el fin jamás justifica los medios. Quienes piensan que el fin justifica los medios suponen que un futuro maravilloso borrará las culpas provenientes de las claudicaciones éticas y de los crímenes. La justificación de los medios en función de los fines implica admitir la propia corrupción, pero, sobre todo, implica admitir que se puede dañar a otros seres humanos, que se puede someter al hambre a otros seres humanos, que se puede exterminar a otros seres humanos, con la ilusión de que ese precio terrible permitirá algún día vivir mejor a otras generaciones. Toda esa lógica de los pragmáticos cínicos remite siempre a un porvenir lejano. Pero nuestro compromiso está aquí, y es básicamente un compromiso con nuestros contemporáneos, a quienes no tenemos derecho alguno de sacrificar en función de hipotéticos triunfos que se verán en otros siglos. Nosotros vamos a trabajar para el futuro. La democracia trabaja para el futuro, pero para un futuro tangible. Si se trabaja para un futuro tangible se establece una correlación positiva entre el fin y los medios. Ni se puede gobernar sin memoria, ni se puede gobernar sin la capacidad de prever, pero prever para un tiempo comprensible y no para un futuro indeterminado. Los totalitarios piensan en términos de milenios y eso les sirve para erradicar las esperanzas de vida libre entre los seres humanos concretos y cercanos. Los problemas que debemos prever son, a lo sumo, los de las siguientes dos generaciones (…).”
que, el primer gobierno democrático, después de la última dictadura militar, fue un factor determinante del acontecer político de una sociedad que retomaba cuidadosamente sus primeros pasos en la creación de un nuevo orden: el juicio a las Juntas Militares; la labor de la CO.NA.DEP. (Comisión Nacional de Desaparición de Personas); el tratado de paz con Chile sustentado por un plebiscito; la implementación de un programa económico conocido como Plan Austral que suscitó inmediatamente un amplio apoyo de la sociedad; el Congreso Pedagógico Nacional que promovió un debate horizontal en el sistema educativo, con la participación de diversos sectores, sobre la futura ley de educación, entre otros;
que, por otro lado, el juicio a las Juntas Militares realizado por el gobierno de Alfonsín constituyó una transparente afirmación del sistema democrático, a la vez que representaba el primer antecedente de este tipo en América Latina. La restablecida democracia argentina juzgó -con sus instrumentos legales- a los responsables del quiebre institucional de 1.976 y, por ende, a los responsables de la represión ilegal puesta en marcha con el régimen militar. Simbólicamente se juzgó también a todos los golpes de Estado y al autoritarismo militar que durante cincuenta años hegemonizó la política argentina;
que, uno de los primeros pasos de la estrategia gubernamental en el tema de los derechos humanos fue la creación de la CO.NA.DEP. por decreto presidencial a pocos días de haber asumido el primer gobierno democrático, el 15 de diciembre de 1.983, con la finalidad de recibir denuncias y pruebas para ser remitidas a la justicia. El Informe de esa tarea titulado Nunca Más, fue entregado al Presidente de la Nación el 20 de septiembre de 1.984. El “descenso al infierno”, como Ernesto Sábato calificara a la dolorosa tarea emprendida por la CO.NA.DEP., promovió el más grande acto de toma de conciencia de una sensibilizada sociedad;
que, el legado principal del primer gobierno democrático presidido por Raúl Alfonsín será el respeto a la ley y a las instituciones que transfirieron pacíficamente el poder. A la vez, una decisión que dejó una impronta en sugestión fue el histórico juicio a las Juntas Militares;
que, la experiencia histórica nos ha enseñado que la democracia no sólo se edifica, sino que hay que saber qué se edifica; lo significativo en este proceso es reconocer el sentido de esa construcción para mejorar sus formas, para hacerla más habitable. Por todas las razones mencionadas, entendemos que es de vital importancia para la construcción de la Democracia generar espacios de este tipo que denoten la trascendencia de la vida democrática; y
CONSIDERANDO que, en la Décima Tercera Sesión Ordinaria, llevada a cabo el día 19 de septiembre de 2023, este Honorable Cuerpo aprobó por unanimidad el despacho de la Comisión de Imposición de Nombres de Calles, Edificios y Sitios Públicos, que aconseja sancionar el mencionado proyecto;
por todo ello, el HONORABLE CONCEJO DELIBERANTE DE SALADILLO, en uso de sus atribuciones, acuerda y sanciona la siguiente
O R D E N A N Z A
ARTÍCULO 1°: Imponer el nombre “Plaza de la Democracia” al espacio público rodeado por el Centro Administrativo Municipal de Saladillo emplazado en parte de la Chacra 207 de la ciudad de Saladillo.
ARTÍCULO 2°: Comunicar al Departamento Ejecutivo Municipal, dar al Registro Oficial, cumplir, publicar y archivar.-
DADO EN LA SALA DE SESIONES DEL HONORABLE CONCEJO DELIBERANTE DE SALADILLO, a los diecinueve días del mes de septiembre del año dos mil veintitrés.-
ORDENANZA Nº 85/2023.-